El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, un Fairchild FH-227D, se estrelló en un glaciar en los Andes, mientras transportaba a un equipo de rugby uruguayo, sus familiares y amigos desde Montevideo hacia Santiago de Chile. El vuelo, que contaba con 45 personas a bordo, sufrió un accidente debido a condiciones meteorológicas adversas y errores de navegación.
El impacto dejó a los sobrevivientes atrapados en un entorno extremadamente inhóspito y de alta altitud, con temperaturas bajo cero. La aeronave se desintegró y los pasajeros se enfrentaron a una grave escasez de alimentos y recursos. La falta de comunicación con el mundo exterior y la imposibilidad de recibir ayuda inmediata complicaron aún más su situación.
En su desesperación por sobrevivir, los pasajeros tomaron la drástica decisión de recurrir al canibalismo, consumiendo los cuerpos de los fallecidos. Esta decisión, aunque extremadamente difícil y controvertida, fue fundamental para la supervivencia en las duras condiciones que enfrentaban.
Mientras tanto, las autoridades llevaron a cabo una búsqueda intensiva que se vio obstaculizada por el terreno montañoso y las condiciones meteorológicas adversas. A pesar de los esfuerzos de rescate, los días se convirtieron en semanas sin éxito en la localización de los sobrevivientes.